9.1.13

Educación y tecnología, según Paulo Freire

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"En una perspectiva progresista, la educación popular no puede, por otro lado, reducirse al puro entrenamiento técnico que los grupos de trabajadores realmente necesitan.
Foto: El circo de la vida
Esa es la manera necesariamente estrecha de capacitar que a la clase dominante le interesa, la que reproduce a la clase trabajadora como tal. En la perspectiva progresista, la formación técnica también es una prioridad naturalmente, pero a su lado hay otra prioridad que no puede ser puesta al margen. El obrero que está aprendiendo, por ejemplo, el oficio de tornero, de mecánico, de albañil, de carpintero, tiene el derecho y la necesidad de aprenderlo lo mejor posible, pero tiene igualmente el derecho de saber la razón de ser del propio procedimiento técnico. Tiene el derecho de conocer los orígenes de la tecnología, así como el de tomarla como objeto de su curiosidad y reflexionar sobre el indiscutible adelanto que ella implica, pero también sobre los riesgos a que nos expone y de los cuales Neil Postman nos advierte en extraordinario y reciente trabajo. * Ésta es sin duda una cuestión no sólo profundamente actual sino también vital de nuestro tiempo. Y la clase trabajadora no debe formar parte de ella simplemente como el obrero de Tiempos modernos que se vio ocupado en el acto de apretar tornillos, en la producción en serie, que Chaplin criticó genialmente.
Lo que me parece fundamental para nosotros hoy, mecánicos o físicos, pedagogos o albañiles, carpinteros o biólogos, es la asunción de una posición crítica, vigilante, indagadora, frente a la tecnología. No endemoniarla ni endiosarla.
La frase casi hecha -ejercer el control sobre la tecnología y ponerla al servicio de los seres humanos- tal vez jamás tuvo tanta urgencia de concretarse como hoy, en defensa de la libertad misma, sin la cual el sueño de la democracia se diluye."
Paulo Freire, "Pedagogía de la esperanza", Capítulo IV (1992)


* Neil Postman, Technopoly - The Surrender o/ Culture lo Technology,
Nueva York, Alfred A. Knopf, 1992.

3.1.13

Hay días que lo cambian todo: El nacimiento de Internet

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¿Qué hacías el 1° de enero de 1983? Seguramente recuperarte de los festejos de Año Nuevo, pero es probable que no puedas dar muchas más precisiones al respecto.
Lo interesante es que ese mismo y -para nosotros- olvidado día Vinton Cerf  y Bob Kahn pusieron en marcha un proyecto que habían comenzado 10 años atrás: diseñar un nuevo conjunto de protocolos que reemplazara la tecnología de la vieja Arpanet. De esta manera los nuevos protocolos permitirían expandir las posibilidades de conexión. Y de la "red de computadoras" que tejía Arpanet, pasar a una "red de redes" como Internet, con alcances inimaginables en aquel entonces, y -por qué no- hoy también.
Treinta años han pasado de aquel histórico momento. Pero tal como nos cuenta el periodista Ariel Torres en este artículo, la novedad no fue noticia. Silenciosa e intrascendente, ese primer día de 1983, la nueva estructura tecnológica destinada a cambiar -una vez más- al mundo comenzaba a funcionar.
Es que es así. Hay días que lo cambian todo. Aunque a veces nos lleva tiempo saberlo.

Infografía interactiva:
Mil cien millones de usuarios de Internet (Discovery)



Recomendamos leer:
El verdadero origen de Internet (Microsiervos) 

1.1.13

Día del Dominio Público

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Con apenas 42 años, Roberto Arlt murió el 26 de julio de 1942. Curiosamente, esa muerte tan temprana y cruel le da a su obra un lugar de privilegio frente a otros autores contemporáneos: a partir de hoy, 1º de enero de 2013, todos sus textos pasan a formar parte del Dominio Público. Son obras liberadas, sin restricciones de copyright.

No robar
Lo setenta años que deben transcurrir desde la muerte de un autor para que sus obras pasen a formar parte de la cultura libre [1], son parte de las restricciones legales que dificultan - y hasta a veces impiden- el desarrollo cultural. Es que las legislaciones sobre copyright y "derecho de autor" no protegen, como engañosamente presentan, a los autores sino a la industria que ha convertido a las obras culturales en su producto y a su comercialización su principal objetivo. En el comienzo, la primera legislación sobre copyright del año 1710 establecía 14 años de protección de los derechos de autor. Pero en la segunda mitad del siglo XX, siguiendo las necesidades de la creciente industria del entretenimiento, las legislaciones fueron sucesiva y oportunamente modificando este lapso "de protección" hasta llegar a los 70 años previstos por la legislación actual. Insaciables, las corporaciones editoriales promueven legislaciones que limitan, prohíben y castigan todo intento de compartir y distribuir obras culturales (no hablamos de "libros" [2] ). Y no se conforman con esas armas, también amenazan y atemorizan ante cualquier intento de uso ilegal. Como el padre de Arlt,  cuando sádicamente le decía "mañana cuando amanezca, te voy a azotar".


No matar
derechoaleer.org
Pero el caso del escritor argentino no es el único; lamentablemente por sus muertes, debemos decir que ni siquiera son pocos. El año 1942 fue uno de los más terribles del Siglo XX, durante el cual la Segunda Guerra Mundial se cobró diez millones de víctimas. Por lo que son numerosos los casos de autores que murieron trágicamente en los combates, los bombardeos y, sobre todo, en los campos de concentración. Por estas absurdas muertes, paradójicamente hoy la cultura se ve beneficiada: todas sus obras pasan a partir de la fecha a ser obras liberadas, no es más un delito su "reproducción total o parcial". Si las leyes fueran otras y más justas, el acceso a la obra de estos autores sería más temprano y muchos de ellos no caerían -como sucede- en el olvido.

Santificar las fiestas
Más allá del origen trágico y de su arribo legalmente demorado, compartimos este texto del gran Roberto Arlt para honrar como se debe el Día del Dominio Público 2013:

EL IDIOMA DE LOS ARGENTINOS
Aguafuertes Porteñas, Roberto Arlt

El señor Monner Sans, en una entrevista concedida a un repórter de El Mercurio, de Chile, nos alacranea de la siguiente forma:


"En mi patria se nota una curiosa evolución. Allí, hoy nadie defiende a la Academia ni a su gramática. El idioma, en la Argentina, atraviesa por momentos críticos... La moda del 'gauchesco' pasó; pero ahora se cierne otra amenaza, está en formación el 'lunfardo', léxico de origen espurio, que se ha introducido en muchas capas sociales pero que sólo ha encontrado cultivadores en los barrios excéntricos de la capital argentina. Felizmente, se realiza una eficaz obra depuradora, en la que se hallan empeñados altos valores intelectuales argentinos".
¿Quiere usted dejarse de macanear? ¡Cómo son ustedes los gramáticos! Cuando yo he llegado al final de su reportaje, es decir, a esa frasecita: "Felizmente se realiza una obra depuradora en la que se hallan empeñados altos valores intelectuales argentinos", me he echado a reír de buenísima gana, porque me acordé que a esos "valores" ni la familia los lee, tan aburridores son.
¿Quiere que le diga otra cosa? Tenemos un escritor aquí -no recuerdo el nombre- que escribe en purísimo castellano y para decir que un señor se comió un sandwich, operación sencilla, agradable y nutritiva, tuvo que emplear todas estas palabras: "y llevó a su boca un emparedado de jamón". No me haga reír, ¿quiere? Esos valores, a los que usted se refiere, .; insisto: no los lee ni la familia. Son señores de cuello palomita, voz gruesa, que esgrimen la gramática como un bastón, y su erudición como un escudo contra las bellezas que adornan la tierra. Señores que escriben libros de texto, que los alumnos se apresuran a olvidar en cuanto dejaron las aulas, en las que se les obliga a exprimirse los sesos estudiando la diferencia que hay entre un tiempo perfecto y otro pluscuamperfecto. Estos caballeros forman una colección pavorosa de "engrupidos" -¿me permite la palabreja?- que cuando se dejan retratar, para aparecer en un diario, tienen el buen cuidado de colocarse al lado de una pila de libros, para que se compruebe de visu que los libros que escribieron suman una altura mayor de la que miden sus cuerpos.
Querido señor Monner Sans: La gramática se parece mucho al boxeo. Yo se lo explicaré:
Cuando un señor sin condiciones estudia boxeo, lo único que hace es repetir los golpes que le enseña el profesor. Cuando otro señor estudia boxeo, y tiene condiciones y hace una pelea magnífica, los críticos del pugilismo exclaman: "¡Este hombre saca golpes de 'todos los ángulos'!" Es decir, que, como es inteligente, se le escapa por una tangente a la escolástica gramatical del boxeo. De más está decir que éste que se escapa de la gramática del boxeo, con sus golpes de "todos los ángulos", le rompe el alma al otro, y de allí que ya haga camino esa frase nuestra de "boxeo europeo o de salón", es decir, un boxeo que sirve perfectamente para exhibiciones, pero para pelear no sirve absolutamente nada, al menos frente a nuestros muchachos antigramaticalmente boxeadores.
Con los pueblos y el idioma, señor Monner Sans, ocurre lo mismo. Los pueblos bestias se perpetúan en su idioma, como que, no teniendo ideas nuevas que expresar, no necesitan palabras nuevas o giros extraños; pero, en cambio, los pueblos que, como el nuestro, están en una continua evolución, sacan palabras de todos los ángulos, palabras que indignan a los profesores, como lo indigna a un profesor de boxeo europeo el hecho inconcebible de que un muchacho que boxea mal le rompa el alma a un alumno suyo que, técnicamente, es un perfecto pugilista. Eso sí; a mí me parece lógico que ustedes protesten. Tienen derecho a ello, ya que nadie les lleva el apunte, ya que ustedes tienen el tan poco discernimiento pedagógico de no darse cuenta de que, en el país donde viven, no pueden obligarnos a decir o escribir: "llevó a su boca un emparedado de jamón", en vez de decir: "se comió un sandwich". Yo me jugaría la cabeza que usted, en su vida cotidiana, no dice: "llevó a su boca un emparedado de jamón", sino que, como todos diría: "se comió un sandwich". De más está decir que todos sabemos que un sandwich se come con la boca, a menos que el autor de la frase haya descubierto que también se come con las orejas.
Un pueblo impone su arte, su industria, su comercio y su idioma por prepotencia. Nada más. Usted ve lo que pasa con Estados Unidos. Nos mandan sus artículos con leyendas en inglés, y muchos términos ingleses nos son familiares. En el Brasil, muchos términos argentinos (lunfardos) son populares. ¿Por qué? Por prepotencia. Por superioridad.
Last Reason, Félix Lima, Fray Mocho y otros, han influido mucho más sobre nuestro idioma, que todos los macaneos filológicos y gramaticales de un señor Cejador y Frauca, Benot y toda la pandilla polvorienta y malhumorada de ratones de biblioteca, que lo único que hacen es revolver archivos y escribir memorias, que ni ustedes mismos, gramáticos insignes, se molestan en leer, porque tan aburridas son.
Este fenómeno nos demuestra hasta la saciedad lo absurdo que es pretender enchalecar en una gramática canónica, las ideas siempre cambiantes y nuevas de los pueblos. Cuando un malandrín que le va a dar una puñalada en el pecho a un consocio, le dice: "te voy a dar un puntazo en la persiana", es mucho más elocuente que si dijera: "voy a ubicar mi daga en su esternón". Cuando un maleante exclama, al ver entrar a una pandilla de pesquisas: "¡los relojié de abanico!", es mucho más gráfico que si dijera: "al socaire examiné a los corchetes".
Señor Monner Sans: Si le hiciéramos caso a la gramática, tendrían que haberla respetado nuestros tatarabuelos, y en progresión retrogresiva, llegaríamos a la conclusión que, de haber respetado al idioma aquellos antepasados, nosotros, hombres de la radio y la ametralladora, hablaríamos todavía el idioma de las cavernas. Su modesto servidor.
Q. B. S. M.

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[2] La digitalización y sus redes cambió el  paradigma de registro y distribución de las obras. Hoy claramente se aprecia que el "libro" es sólo el "envase" el contenedor; no la obra.

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Referencias y lecturas adicionales: