Bueno, el tema es que últimamente cada vez que oigo hablar acerca de la propiedad intelectual, el software libre y el propietario, varios versos del inmortal tango Cambalache [1] comienzan a sonar inevitable y persistentemente en mi cabeza. No, no llego a creer que el mundo fue y será una porquería; mi naturaleza optimista me aleja de esa sentencia tan apocalíptica de Enrique Santos Discépolo, aunque hay reconocer que muchas cosas podrían estar mejor.
Pero mejor les cuento qué frases resuenan y por qué...
Vivimos revolcaos en un merengue...
Está claro, muchos tienen una visión de la realidad bastante mezclada y manoseada. Cada vez que abrimos la boca se pone en evidencia lo poco (por ignorancia) y lo mal (por prejuicio) que sabemos acerca de algunos temas. Esto es lo que encuentro cuando a diario converso con grandes y chicos acerca de qué entretenimientos o bienes culturales consumen, cómo los obtienen y qué piensan al respecto. Se puede advertir perfectamente la falta de elementos que les permitan distinguir que no todo es igual y del pensamiento crítico necesario para desmantelar lo que ya está culturalmente instalado y naturalizado.
Pero veamos un ejemplo concreto. Para la mayoría de la gente no hay demasiadas diferencias entre utilizar software libre [2] o software propietario de origen ilegal [3] (explotación comercial de copias no autorizadas). El problema es que en la percepción cultural, es lo mismo porque sencillamente ambos tipos de software se pueden obtener de manera gratuita o a muy bajo costo. Para decirlo en pocas palabras, la lectura simplificada es que "si es barato, me da igual", sin importar la honestidad de su origen, ni si es generoso o estafador.
¿Y que pasa con los que -supuestamente- saben y legislan sobre el tema? En muchos casos, se intentan crear leyes como el canon digital a la compra de cualquier dispositivo digital destinado a la reproducción o almacenamiento de archivos. Este tipo de leyes considera de la misma manera que una copia en CD/DVD sea para el backup personal, sin ningún fin de lucro o, por el contrario, para la comercialización de copias ilegales. Los proyectos de imposición de canon digital no discriminan el destino de cada copia a realizar en soporte digital.
Es así. Tanto para la sociedad como para sus representantes cultura, negocios, libertades y derechos se mezclan y se manosean. Sí, igual que en la vidriera irrespetuosa de los cambalaches, se ha mezclao la vida...
Los inmorales nos han igualao...
Pero hay algo más perverso en esta confusión y es que no permite valorar lo suficiente la importancia de las iniciativas de software y cultura libre que distribuyen lo que producen sin lucro alguno. Frente a una enorme oferta de bajo costo y orígenes polémicos (algunas veces nobles, pero en su mayoría delictivos) es difícil, sin un apropiado conocimiento, distinguir del resto a quienes con espíritu solidario y generoso esfuerzo comparten libremente lo que producen con los demás. No está bien asumir como justa, buena y normal la existencia del "mercado pirata" en la vida cotidiana sin profundizar en las verdaderas motivaciones de cada situación (porque no todos son románticos robin hood del siglo XXI...).
Algunas legislaciones también tienden a interpretar que todo es igual. Pero por el contrario, igualan para abajo. El canon digital asume que todos somos potenciales criminales y nos cobran de antemano una compensación destinada a las empresas privadas "afectadas" por nuestra potencial "actividad delictiva". Cabe entonces preguntarse qué clase de justicia es la que tiene este tratamiento igualador entre los que crean y comparten generosamente sus productos dentro del marco de la cultura y el software libre y los particulares o las empresas que lo único que hacen es tomar trabajos ajenos y los explotan comercialmente. Lo preocupante es que la actual legislación argentina acerca de la propiedad intelectual (que data de ¡1933!) es obsoleta e injusta. La propia ley es la que iguala lo bueno y lo malo. Criminaliza situaciones por mantener un límite legal insostenible e indefendible en el mundo digital. Y entre otros defectos, no contempla con suficiente amplitud de criterio las posibles aplicaciones de tecnologías digitales para la reproducción y difusión de bienes culturales. No permite apreciar la enorme diferencia entre quienes utilizan un recurso con fines personales o educativos (entre otros) y los que lo hacen para obtener beneficios económicos.
Algunas legislaciones también tienden a interpretar que todo es igual. Pero por el contrario, igualan para abajo. El canon digital asume que todos somos potenciales criminales y nos cobran de antemano una compensación destinada a las empresas privadas "afectadas" por nuestra potencial "actividad delictiva". Cabe entonces preguntarse qué clase de justicia es la que tiene este tratamiento igualador entre los que crean y comparten generosamente sus productos dentro del marco de la cultura y el software libre y los particulares o las empresas que lo único que hacen es tomar trabajos ajenos y los explotan comercialmente. Lo preocupante es que la actual legislación argentina acerca de la propiedad intelectual (que data de ¡1933!) es obsoleta e injusta. La propia ley es la que iguala lo bueno y lo malo. Criminaliza situaciones por mantener un límite legal insostenible e indefendible en el mundo digital. Y entre otros defectos, no contempla con suficiente amplitud de criterio las posibles aplicaciones de tecnologías digitales para la reproducción y difusión de bienes culturales. No permite apreciar la enorme diferencia entre quienes utilizan un recurso con fines personales o educativos (entre otros) y los que lo hacen para obtener beneficios económicos.
El que no llora no mama...
Ante la presión de toda la industria, para hacer frente a la copia y venta ilegal de productos con copyright, la infeliz respuesta de muchos gobiernos es intentar aplicar un canon digital. Es necesario aclarar que en supuesto caso de aplicación del canon (que no es un impuesto ya que su destino es "compensar a la industria afectada") no se legalizaría nada. Según las leyes, tanto el vendedor "de manta" como quien copia en su casa archivos para uso personal estarían desarrollando una actividad ilegal. Como dijimos, para ellos todo es igual.
Otras veces la industria apela a recursos tecnológicos como los DRM intentando mantener bajo control la copia y la reproducción de sus productos. Pero por donde se los mire son insostenibles ya que violan los derechos individuales de los usuarios (a realizar sus copias de respaldo, por ejemplo) y funcionan como una especie de recurso de control privado (no estatal) de los derechos de propiedad intelectual. Por suerte, las propias empresas también los está desestimando, pero por motivos más prácticos. Es que nunca cumplieron con eficiencia su objetivo y siempre, de alguna forma pudieron, ser hackeados.
Y el que no afana es un gil...
Todo el tiempo escuchamos a la industria del software propietario quejarse por cómo se ve afectada económicamente por la copia y venta ilegal de sus productos. Pero no todo es perjuicio para ellos en este asunto. Muchas veces la piratería tiene el beneficio de promover y capacitar informalmente sobre el uso de los programas. De hecho, Windows no sería un sistema operativo tan utilizado si no fuera por la inmensa cantidad de copias hackeadas instaladas por todo el mundo. ¿Qué pasaría si, por la razón que fuera, sólo se utilizara software propietario pero comercializado al precio impuesto por sus fabricantes? La respuesta es obvia: ante semejante costo, se utilizaría mucho más el software libre. Da para pensar, porque en realidad la piratería afecta entonces mucho más a los productos libres que al software propietario. No tienen la "promoción pirata" y encima les reduce la demanda. Pero, extrañamente, no son tantas las voces que denuncian cómo ese mismo comercio “trucho” perjudica al movimiento del Software Libre y su difusión.
Otras veces la industria apela a recursos tecnológicos como los DRM intentando mantener bajo control la copia y la reproducción de sus productos. Pero por donde se los mire son insostenibles ya que violan los derechos individuales de los usuarios (a realizar sus copias de respaldo, por ejemplo) y funcionan como una especie de recurso de control privado (no estatal) de los derechos de propiedad intelectual. Por suerte, las propias empresas también los está desestimando, pero por motivos más prácticos. Es que nunca cumplieron con eficiencia su objetivo y siempre, de alguna forma pudieron, ser hackeados.
Y el que no afana es un gil...
Todo el tiempo escuchamos a la industria del software propietario quejarse por cómo se ve afectada económicamente por la copia y venta ilegal de sus productos. Pero no todo es perjuicio para ellos en este asunto. Muchas veces la piratería tiene el beneficio de promover y capacitar informalmente sobre el uso de los programas. De hecho, Windows no sería un sistema operativo tan utilizado si no fuera por la inmensa cantidad de copias hackeadas instaladas por todo el mundo. ¿Qué pasaría si, por la razón que fuera, sólo se utilizara software propietario pero comercializado al precio impuesto por sus fabricantes? La respuesta es obvia: ante semejante costo, se utilizaría mucho más el software libre. Da para pensar, porque en realidad la piratería afecta entonces mucho más a los productos libres que al software propietario. No tienen la "promoción pirata" y encima les reduce la demanda. Pero, extrañamente, no son tantas las voces que denuncian cómo ese mismo comercio “trucho” perjudica al movimiento del Software Libre y su difusión.
El que vive de los otros
Son atendibles los aspectos legales que involucran a los derechos de autores y editores cuando alguien obtiene un beneficio económico sea por vender "CD truchos" o por facturar publicidad mediante un canal o un sitio web de descargas. Se trata de situaciones en donde alguien está haciendo dinero con el trabajo de los demás. Aún cuando se tratase de un bien cultural liberado, no sería correcto que alguien lo explote comercialmente para obtener un beneficio económico casi sin costo alguno. Si es así, lo justo es que parte de los beneficios obtenidos de un bien común vuelvan a la misma comunidad.
Pero por otro lado también nos podríamos preguntar ¿Cuántas veces pretende un autor "volver a vender" su obra? ¿Cuántos años los descendientes o dueños de los derechos pueden vivir de la obra de un autor? Es interesante preguntarse esto porque para el resto de los trabajadores, ¿cuánto dinero es posible hacer con nuestro trabajo? Evidentemente según el tipo de bien que producimos, en algunos casos sólo podemos "vender" una vez el producto de nuestro esfuerzo y capacidad, pero que en otros -como en la producción de la mayoría de los bienes culturales o artísticos- se admite que la "reventa" puede ir muchísimo más lejos. Tan lejos como la ambición lo impulse y las legislaciones lo permitan. Y esto que está tan naturalizado ¿es realmente justo? ¿No se trata de un tipo de desigualdad laboral? ¿No merece esto ser repensado?
Tampoco hay que olvidar en esta lista de preguntas algunas que permitan poner en duda algo tan instalado como son los enormes beneficios que los editores y la industria discográfica tienen por la venta de una obra, mucho mayores que los que obtiene el propio autor (esto se mantiene incluso en algunas alternativas que se están abriendo por Internet). Si hay algo que estimula y fomente la piratería es esa actitud de la industria que no se adecua al nuevo paradigma. La era digital deja sin sentido cualquier argumento que intente justificar y sostener los costos de edición y distribución de una obra.
Claramente esta parte es la más complicada y polémica del presente post. Las opiniones que se pueden encontrar son muy variadas. Aclaro entonces que mis expresiones sólo pueden ser tomadas como las reflexiones en voz alta de un hombre común ya que soy consciente de que el tema es realmente complejo y requiere se repensado por todas las partes interesadas -o sea la sociedad toda- aplicando el sentido común con un estudio del derecho realizado con la máxima autoridad.
Pero por otro lado también nos podríamos preguntar ¿Cuántas veces pretende un autor "volver a vender" su obra? ¿Cuántos años los descendientes o dueños de los derechos pueden vivir de la obra de un autor? Es interesante preguntarse esto porque para el resto de los trabajadores, ¿cuánto dinero es posible hacer con nuestro trabajo? Evidentemente según el tipo de bien que producimos, en algunos casos sólo podemos "vender" una vez el producto de nuestro esfuerzo y capacidad, pero que en otros -como en la producción de la mayoría de los bienes culturales o artísticos- se admite que la "reventa" puede ir muchísimo más lejos. Tan lejos como la ambición lo impulse y las legislaciones lo permitan. Y esto que está tan naturalizado ¿es realmente justo? ¿No se trata de un tipo de desigualdad laboral? ¿No merece esto ser repensado?
Tampoco hay que olvidar en esta lista de preguntas algunas que permitan poner en duda algo tan instalado como son los enormes beneficios que los editores y la industria discográfica tienen por la venta de una obra, mucho mayores que los que obtiene el propio autor (esto se mantiene incluso en algunas alternativas que se están abriendo por Internet). Si hay algo que estimula y fomente la piratería es esa actitud de la industria que no se adecua al nuevo paradigma. La era digital deja sin sentido cualquier argumento que intente justificar y sostener los costos de edición y distribución de una obra.
Claramente esta parte es la más complicada y polémica del presente post. Las opiniones que se pueden encontrar son muy variadas. Aclaro entonces que mis expresiones sólo pueden ser tomadas como las reflexiones en voz alta de un hombre común ya que soy consciente de que el tema es realmente complejo y requiere se repensado por todas las partes interesadas -o sea la sociedad toda- aplicando el sentido común con un estudio del derecho realizado con la máxima autoridad.
¿En el dos mil también?
La era digital ha transformado la forma en que producimos, editamos y socializamos los bienes culturales. Lo que antes no daba lugar a debates porque era tecnológicamente inviable (como la separación el objeto -el libro- y su contenido -la obra-) hoy presenta alternativas revolucionarias que atentan contra lo que culturalmente asumimos como "normal" y también contra lo que muchos poderes económicos quieren que sigamos pensando como "justo y legal". Estamos presenciando cambios radicales en lo que respecta a la creación, la reproducción y la distribución del conocimiento y el entretenimiento. Cambios que también afectan al derecho de los autores a vivir de su trabajo, y a los intereses de las industrias editoriales para mantener bajo control sus enormes ganancias. Esto hace cuarenta años ni siquiera se discutía. Pero hoy nada es lo que era antes de Internet y la digitalización, ni nunca lo volverá a ser.
No. No es lo mismo un burro que un gran profesor...
Hay un nuevo orden en estos temas y no es nada fácil anticipar con precisión el cómo, pero lo que es seguro es que el actual paradigma va a cambiar. Tiene que cambiar. Aunque muchos no quieran.
Pero lo más importante es que, en esta nueva era, la posibilidad de conocer y compartir es muchísimo mayor que en cualquier cambio social y cultural antes visto. Por supuesto -y como de costumbre- todo está condicionado por los manejos de los poderosos de siempre, y por nuestra propia voluntad y capacidad para reaccionar y actuar. Pero nunca existió tanta posibilidad de conocer y participar.
Vivimos en una época en donde los paradigmas cambian y las leyes y regulaciones intentan controlarlos y mantenerlos bajo el dominio de poderosos intereses. Como ciudadanos, no nos podemos quedar afuera de estas decisiones que nos afectan. Y quienes somos educadores, además, tenemos el compromiso y la obligación de conocer, participar y hacer participar de estos temas a quienes estamos ayudando a aprender. Para ordenar las cosas y que se sepa que no todo es igual, y que puede ser mejor.
Hay un nuevo orden en estos temas y no es nada fácil anticipar con precisión el cómo, pero lo que es seguro es que el actual paradigma va a cambiar. Tiene que cambiar. Aunque muchos no quieran.
Pero lo más importante es que, en esta nueva era, la posibilidad de conocer y compartir es muchísimo mayor que en cualquier cambio social y cultural antes visto. Por supuesto -y como de costumbre- todo está condicionado por los manejos de los poderosos de siempre, y por nuestra propia voluntad y capacidad para reaccionar y actuar. Pero nunca existió tanta posibilidad de conocer y participar.
Vivimos en una época en donde los paradigmas cambian y las leyes y regulaciones intentan controlarlos y mantenerlos bajo el dominio de poderosos intereses. Como ciudadanos, no nos podemos quedar afuera de estas decisiones que nos afectan. Y quienes somos educadores, además, tenemos el compromiso y la obligación de conocer, participar y hacer participar de estos temas a quienes estamos ayudando a aprender. Para ordenar las cosas y que se sepa que no todo es igual, y que puede ser mejor.
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[1] Los derechos sobre Cambalache hubiesen pasado a dominio público en 2001, 50 años después de la muerte de Enrique Santos Discépolo (23/12/1951). Pero la modificación de la legislación del año 2009 extendió el lapso a 70 años. Habrá que esperar hasta el 2021... y ver qué pasa para ese entonces. Como los almaceneros que no fían, podrían poner a cada obra un aviso que diga "Este año no se libera, en el que viene sí". Pero es posible que el gremio les cobre derechos de autor.
[2] Software libre no significa software gratis.
[2] Software libre no significa software gratis.
[3] Dejo fuera de esta reflexión a los hackers que abren y crackean software propietario con fines revolucionarios. Es que estas actividades podrán ser ilegales, pero no necesariamente todo lo legal es justo y viceversa. Y no siempre persiguen fines de lucro.
Referencias para seguir leyendo
http://www.bea.org.ar/ (¡Gracias Beatriz Busaniche por tus respuestas!
http://www.derechoaleer.org/
http://alt1040.com/ (Buscar artículos con los tags Copyright, Taringa, Cuevana)
http://www.lanacion.com.ar/1431250-la-libertad-de-expresion-en-internet
http://www.manzanamecanica.org/2011/12/cuanto_dinero_realmente_reciben_los_artistas
http://www.lanacion.com.ar/1201339-la-privatizacion-del-dominio-publico-un-proceso-silencioso
http://derechoaleer.org/2012/01/hacer-fortuna-robando-la-propied.html
http://lasnetbooksnomuerden.blogspot.com/2012/02/rebeldes-con-causa-la-dificil-relacion.html
Referencias para seguir leyendo
http://www.bea.org.ar/ (¡Gracias Beatriz Busaniche por tus respuestas!
http://www.derechoaleer.org/
http://alt1040.com/ (Buscar artículos con los tags Copyright, Taringa, Cuevana)
http://www.lanacion.com.ar/1431250-la-libertad-de-expresion-en-internet
http://www.manzanamecanica.org/2011/12/cuanto_dinero_realmente_reciben_los_artistas
http://www.lanacion.com.ar/1201339-la-privatizacion-del-dominio-publico-un-proceso-silencioso
http://derechoaleer.org/2012/01/hacer-fortuna-robando-la-propied.html
http://lasnetbooksnomuerden.blogspot.com/2012/02/rebeldes-con-causa-la-dificil-relacion.html
Gracias Ricardo por tus palabras!!!Seguir encontrando gente que sigue creyendo que no todo es igual y que las cosas pueden mejorar, inspira para seguir en la lucha dentro del cambalache.... Cariños
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